Putin ha perdido algo peor que una guerra

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Cuando Vladimir Putin invadió Ucrania en 2022, estaba apostando contra Occidente. Seguramente supuso que Occidente -entendido como Europa Estados Unidos– no tendría el valor necesario para salvar a Ucrania. Ni unido ni eficaz, tenía un largo historial de fracasos en AfganistánIrakLibia Siria. La victoria de Rusia demostraría que la edad de oro de Occidente había terminado, liberando a Rusia para asociarse con China y otros países emergentes, reafirmándose en la escena mundial.

La apuesta de Putin no ha dado frutos. A medida que la guerra se prolonga, el Kremlin ha adoptado un enfoque doble hacia Occidente. A nivel interno, el Kremlin lo ha demonizado, animando a los rusos a unirse en torno a Putin en una batalla civilizatoria. En el extranjero, Rusia ha tratado de dividir a Occidente, apartando a los escépticos y a los disidentes de la coalición proucraniana. En este proyecto, la elección de Donald Trump en noviembre debía ser un punto de inflexión. Occidente se dividiría, dejando Ucrania en manos de Rusia.

Esas esperanzas han resultado ilusorias. Tras el entusiasmo inicial, Trump se ha enfriado con su homólogo ruso, al que recientemente ha calificado de «loco». Es posible que siga actuando según su deseo declarado de hacer negocios con Putin, pero no podrá entregar ni Ucrania ni Occidente. Los hechos concretos lo impiden. La brutal guerra de Rusia ha horrorizado y aterrorizado a Occidente, lo que lo ha impulsado a realizar un esfuerzo colectivo de contención y ha vuelto a Europa definitivamente en contra de Rusia. Estos acontecimientos, lejos de ser triviales o temporales, limitarán las perspectivas de seguridad y prosperidad de Rusia durante las próximas décadas.


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