Después de que en 2022 Enrique Bunbury festejara sus 35 años en los escenarios en el Palacio de los Deportes, y haber anunciado su retiro de los mismos, ayer no desaprovechó la benevolencia del destino y la salud para reencontrarse una vez más con el público mexicano, ese que lo ha elogiado y venerado por más de tres décadas.
Así, la Curva Cuatro del Autódromo Hermanos Rodríguez se llenó de rock y nostalgias cuando el originario de Zaragoza, España, regresara a deleitar a 70 mil personas que se dieron cita en el lugar para enfrentar una velada mágica que arrancó con Nuestros mundos no obedecen a tus mapas y Cuna de Caín.
Bunbury no aparenta para nada los 56 años que tiene, su imagen sigue siendo igual de desafiante que hace más de 30 años, y sus lentes oscuros continúan siendo un sello de su personalidad; eso, más su elegante y rockero estilo en negro y rojo, le dieron un toque especial a Despierta, tema con el que la pantalla central se iluminó con imágenes de las noticias en televisión.
Cada requinto o cada golpe del bombo emocionaba al español que no paraba de sentir la música y moverse a su ritmo, mientras que reconocía el lugar donde estaba: “Ciudad de México”, lanzaba para recibir ovaciones como respuesta de sus fans a quienes llevó en un viaje con Hombre de acción.
“México, qué maravilla, qué belleza verles a todos las caras hasta donde alcanza la vista. Muchas gracias por acompañarnos esta noche, una noche muy especial para mí y para Los Santos Inocentes por poderles cantar aquí en la Curva Cuatro, que es mi primera vez.
“Tenemos música nueva y algunas que conocen de Héroes. Mexicanos, mexicanas, espero que disfruten esta noche”, dijo el español recibiendo una ovación y un coro de miles de gargantas que dieron voz a El rescate.
Es claro, Bunbury no sólo hace música que su público disfruta, sino que él mismo lo hace. Cada acorde, cada nota y cada letra de las historias que cuenta con sus canciones no sólo hacen vibrar a los que lo ven, sino también a él, en algún punto se vuelve artista y público… juez y parte.
Y eso lo dejó ver con Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti), en la que, sin chaqueta y lentes, hizo gala de lo mucho que le gusta ese rock con toques de blues, a la cual siguió Invulnerables.
Casi 40 años en los escenarios se le notan y no, no en su físico, que es magnífico, sino en la experiencia acumulada para ofrecer shows de alta calidad en donde menos siempre es más. Un diseño de iluminación perfectamente pensado para dar un show al aire libre, envidiable, y un sonido tan limpio que se podía escuchar hasta el estacionamiento del Autódromo.
“Enrique, Enrique, Enrique”, coreó la gente al término de Más alto que nosotros solo el cielo, a la cual —con un escenario encendido en rojo y luces ámbar— dio paso a Que tengas suertecita y Alaska, dos canciones que hicieron recordar a muchas esas noches, cuando estaban en sus 20, en las cantinas del Centro Histórico de la Ciudad de México.
“Hace cosa de dos años yo pensaba que esto no iba a volver a pasar, estar sobre un escenario cantándoles, afortunadamente, la vida te lleva por caminos raros que te traen sorpresas inesperadas y que no mereces.
“No saben lo agradecido que estoy de esta esta noche con ustedes y que se esté abriendo una puerta para hacer otros conciertos en el futuro, pero esto es lo que tenemos hoy y vamos a disfrutarlo, eternamente agradecido, muchas gracias”, lanzó Bunbury recibiendo una lluvia de ovaciones.
Esa raíz gitana que también tiene el zaragozano se dejó sentir con todo cuando El extranjero se hizo presente, haciendo levantar la voz y cantar a aquellos más fans, para después hacer vibrar hasta el fondo a la gente con Desaparecer.
“Esos brazos arriba”, dijo Bunbury antes de que las primeras palabras de La actitud correcta le hicieran justicia a todo lo que hace el español en un escenario donde, sin duda, es su actitud lo que hace que miles lo aclamen.
“Es increíble que estando en 2024 podamos hablar de muchos temas: político, sociales y religiosos, que todos los domingos el mundo se va a la mierda, pero tenemos algo seguro… Apuesten por el rock n’ roll”, dijo sin tapujos para tomar su guitarra y su sombrero para predicar con el ejemplo en esta canción original de la banda zaragozana A Más Birras.
Porque las cosas cambian y De todo el mundo fueron las dos siguientes probaditas de la historia de Bunbury y por supuesto el público no lo dejó pasar inadvertido cantando, bailando y chocando las manos de aquellos que estaban en primera fila cuando decidió bajar del escenario y cantar con ellos.
Y entonces llegó la locura cuando Bunbury pensó que era una buena idea recordar el pasado y de qué forma lo hizo. Entre dos tierras, de Héroes del Silencio, esa canción que fue un himno para muchos, se hizo presente para deleite de aquellos que rebasan los 30 años de edad, mientras él se paseaba por el escenario y la minipasarela que lo acercaba un poco más a la gente.
Sí, México emociona hasta la médula a Bunbury y por eso no pierde oportunidad de mostrar de las cosas más chidas que tiene en su cultura; una de ellas es Sí, canción original de la banda de Girona, Cataluña, Umpah Pah, la cual todos bailaron.
Y entonces, con estola roja en el cuello a juego con su mascada, Enrique les regaló un clásico a sus fans, uno de esos que hacen que, como decimos en México, se desgarren las vestiduras. Lady Blue arrancó no sólo la voz en sus tonos más agudos, sino también esos bailes con ojos cerrados que uno hace cuando se deja llevar por la música.
“Muchas gracias, no se crean, aún hay más… dice así”, dijo Bunbury después de una breve pausa y una despedida falsa. Así llegaron Parecemos tontos, Infinito y, una que no podía faltar, Maldito duende, la cual terminó de desgarrar las gargantas de los seguidores del español, quien cerró su presentación con La constante y …Y al final.