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CIUDAD DE MÉXICO.
Daniela Rosales ha escuchado a los hombres decir que el rugby no es para mujeres, que es un deporte de contacto muy peligroso para el mal llamado sexo débil. Ella no los escucha. A pesar de sus 1.55 metros de estatura y 60 kilos de peso, la otrora campeona nacional en patinaje se ha convertido en una pieza importante en el rugby femenil en México, lleva 10 años en la selección femenil y sueña con enfrentar a los mejores equipos del mundo en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Dany puede presumir de haber jugado dos años en territorio maorí (Nueva Zelanda) y aprender la verdadera cultura más allá de las canchas de este rudo deporte. También presume una radiografía con fractura de la clavícula izquierda, esguinces de tobillo y algunos desgarros que no le han impedido continuar en este deporte.
Dice que sus 30 años no son impedimento para seguir intentándolo, pues hay mujeres como su mamá que juegan rugby en el país. Lo que ella busca es que más jovencitas se integren a este deporte en México y demostrar que “el rugby también es para las mujeres”