CIUDAD DE MÉXICO.
La primera ocasión que el “Baño de Gatorade” se presentó en un Super Bowl fue en 1987 cuando Gigantes de Nueva York se impuso 39-20 a Broncos de Denver, aunque esa espontánea acción nació con el mismo equipo años atrás, pero no fue para festejar un título.
En la temporada de 1984 los Gigantes llevaban récord de 4-4, y enfrentaron en un duelo crucial a Pieles Rojas de Washignton. Luego de una victoria de 37-13, el tackle Jim Burt tomó el recipiente de la bebida y la vació al coach, Bill Parcells, esa fue oficialmente la primera vez del singular baño.
Para 1987, Gigantes era una máquina y la tradición volvió. En cada uno de los 17 triunfos hubo baño para Parcells, ahora orquestado por Harry Carson, la acción se trasladó al Super Bowl XXI.
Tras su victoria, los Gigantes visitaron la Casa Blanca y el presidente Ronald Reagan los recibió con recipiente naranja para realizar el tradicional baño, pero esta ocasión fue con palomitas y le tocó también al mandatario de EU.
El baño de la bebida hidratante se ha convertido desde entonces en parte importante del Super Bowl. Tanto que las casas de apuestas, como ha ocurrido en los últimos años, manejan una línea para atinar el color del líquido para el juego del domingo entre San Francisco y Jefes. Domina el morado.
Para la marca, ese momento esperado le genera ganancias millonarias sin ni siquiera invertir para un promocional, más allá de ser patrocinador oficial de la NFL desde 1984. Este año un anuncio de 30 segundos superó los 5 millones de dólares.
El primer equipo de la NFL que se hidrató con la bebida fueron los Jefes de Kansas City en la temporada de 1969, la más reciente ocasión que lograron el título